En esta época, en Santo Domingo, tenemos muchos mangos, y una de las personas más especiales que he conocido, mi hermano y amigo Ramón Vicioso, me llevó a la universidad unos mangos riquísimos de su finquita.
Siempre en nuestras vidas hemos tenido personas que nos influyen grandemente, y Ramón y su esposa Sandra han tenido una gran influencia en mi vida, pues ambos nos ayudaron, a Julio y a mí, a encontrar el camino del Señor.
A Sandra la llamo mi madre espiritual, pues realmente se ocupó con mucho amor de llevarme y estimularme para que creciera en el Señor. Es una persona sumamente servicial y amorosa, que irradia siempre alegría, optimismo y comprensión, con quien siempre te sientes a gusto.
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